Cuando decimos en comunicación que una nota de prensa está “embargada”, significa que se adelanta la información al medio, pero no se puede difundir hasta que no se autoriza su publicación – hasta que no finaliza la fecha de “embargo”.

Aunque esta práctica no se suele utilizar de forma habitual, creemos que es interesante dedicarle un post en nuestro blog para saber cuándo y cómo hay que usarla.

Para empezar, el embargo no debe emplearse constantemente. Lo primero, porque entraña riesgos y, lo segundo, porque terminas cansando al periodista. Así que primero hay que ver en qué situaciones es imprescindible su uso.

Y la clave suele estar en quién debe conocer primero la información. Por eso, se utiliza mucho en la publicación de resultados corporativos o en lanzamientos mundiales. En esos casos, el mercado (clientes, usuarios, proveedores, accionistas) no puede enterarse por la prensa – es decir, no debe ser informado después. Esto obliga a poner fecha a la difusión del comunicado, nota o información.

Así que aunque se adelante la información a los medios para que vayan elaborando sus piezas de contenido, no podrá publicarse nada hasta que esa información sea oficial y pública. Es decir, primer consejo, utilicemos el “embargo” para ayudar a los periodistas sin poner en riesgo información que hasta ese momento es confidencial.

Los “embargos,” como decimos, suponen un riesgo y es que hay veces que por unas u otras cuestiones, se pueden saltar y provocar una crisis. Un error, un mal entendimiento, etc. pueden dar al traste con el plan de comunicación previsto y tener que poner en marcha la maquinaria para evitar males mayores.

Por eso, y aquí va otro consejo, si se realiza un “embargo”, siempre debe incluirse un aviso dentro de la información, nota o comunicado de manera clara y visible. Hay que hacer constar el “embargo” y su fecha de finalización.

Y como última recomendación, no lo usemos para favorecer a un medio. Para eso, ya están las exclusivas y las primicias, que explicaremos en otro post.