Desde siempre tuve claro que quería estudiar periodismo: escribir noticias, investigar, denunciar temas sociales,… sin embargo, llegas a la facultad y lo primero que te dicen es que las cosas no son tan bonitas. Tampoco hace falta que te lo digan, porque poco a poco te vas dando cuenta tú. Para empezar, los puestos de trabajo escaseaban, el intrusismo estaba a la orden del día y conseguir unas prácticas bien remuneradas era un milagro.  Vamos, como ahora.

Tengo amigos que en su momento, año 1998,  hicieron prácticas gratis y los que querían asegurarse un futuro en esto del periodismo terminaban haciendo masters, donde por una “módica” suma de dinero te medio asegurabas la incorporación a un gran medio. Por supuesto, si conseguías una beca, terminabas realmente haciendo el trabajo de un redactor. Vamos, como ahora.

Pero eso sí, por nuestras mentes no pasaba, ni asomaba la idea de trabajar en comunicación corporativa. Muchos ni si quiera sabíamos qué era eso. En nuestro plan de estudios – que nada tiene que ver con el actual  -eso de la comunicación empresarial no existía. Y los pocos que se adentraban en este mundo estaban mal vistos. Eso era trabajar en el lado oscuro, era trabajar a las órdenes de las empresas, diciendo lo que ellas querían, por supuesto, eso era publicidad, eso era “vender motos”. No eras periodista.

Poco a poco, sin embargo, en las empresas se va dando una mayor importancia a esto de la comunicación institucional. Se organizan masters o cursos de postgrado sobre este nuevo papel: el director de comunicación o el jefe de prensa. Y te vas dando cuenta de que puede ser una oportunidad laboral. Visto cómo estaba el panorama en los medios, a muchos se nos terminaba la beca y volvías a quedarte en el paro.

A los de mi generación hubo dos cosas que nos salvaron en muchos casos del desempleo: la  prensa tecnológica y los gabinetes de prensa.

Aunque en mi caso, entré con mucha reticencia en este campo, debo de reconocer que mi idea ha cambiado bastante con respecto al principio. Creo que incluso ya no se nos ve como a un enemigo, sino como a un colaborador.  También creo que haber trabajado en medios ayuda mucho. De hecho, debido a la crisis que está padeciendo la prensa,  muchos periodistas de medios se están pasando a este lado oscuro.

Y debo decir que me encanta mi trabajo.