¿Cuántas veces compartimos en redes sociales sin leer la noticia? ¿Cuántas veces has pinchado en el enlace de un tuit porque te ha llamado la atención el titular y luego has descubierto que no era lo que esperabas? ¿Se inflan los titulares y se amarillean para conseguir más impacto en redes sociales?

Todo apunta a que esta es la dinámica en la que nos estamos moviendo últimamente. Siempre es importante tener un titular atractivo, una información interesante que llame la atención al lector. Es una máxima en el periodismo, pero que el titular llegue a desvirtuar la información o que se busque únicamente el sensacionalismo, lo que hace es desprestigiar el periodismo, al medio y a los periodistas.

La llegada de las redes sociales como un nuevo canal de comunicación ha traído además de una herramienta más de información, también nuevas maneras de crear los mensajes y las noticias. En el caso de los medios, sobre todo, a mi entender en un mundo tan digital, las redes sociales deben ir de la mano. Deben ser un complemento para la difusión.

Por ejemplo, los medios online invierten mucho en conseguir visitas, en posicionarse, en hacer que sus informaciones se compartan, en estar presentes en la mente de los lectores para convertirse en un medio de referencia. Una de las formas de llevar tráfico hacia sus sites son las redes sociales y para que las noticias destaquen entre todas las que se emiten en Facebook o Twitter por poner un ejemplo, hay que ser diferente. Hasta aquí bien.

El riesgo es perder la perspectiva y estar más pendiente de tener el contenido más compartido, en vez de tener el contenido de más calidad. No sólo ocurre con los nuevos medios online o con los blogs, está pasando con los tradicionales que están tratando de adaptarse a un entorno que les ha pillado – es mi opinión – un poco a contrapié.