Creación de textos, generación de titulares, traducciones, transcripciones de audio,… son múltiples los usos de la inteligencia artificial generativa tanto en comunicación corporativa, como en periodismo. Esto significa ahorro de tiempo, más eficacia y poder enfocarte en tareas más productivas. Sin embargo, ¿no habrá un exceso de confianza sobre lo que la IA generativa puede hacer hoy en día?

Hay varias premisas que se repiten constantemente: todavía esta tecnología está en fase de desarrollo, no proporciones contenido confidencial y requiere supervisión humana. Es cierto que hay modelos muy avanzados y que el potencial es inmenso, pero también que muchas de las respuestas son generalidades, que suelen seguir una misma estructura y que hay errores. 

Y esto lleva a otra pregunta, ¿si sabemos que todavía estos modelos están en fase de entrenamiento, por qué hay empresas que están confiando al 100% en la fiabilidad de sus creaciones? 

Esa confianza está generando falta de calidad, pero también crisis reputacional.

No hace mucho el periodista Alberto Payo  mostraba su preocupación en LinkedIn porque le estaban llegando cuestionarios escritos por IA con estructura similar – de distintas agencias de PR – y se preguntaba sobre el papel de la agencia de comunicación en su revisión.

Construir una marca no es fácil, lleva tiempo y recursos. Destruir la imagen es más sencillo y rápido. Confiar plenamente en una herramienta que todavía no es fiable, quizás es una de las formas de perjudicar a una marca.

La inteligencia artificial generativa – desde el punto de vista de la comunicación y el periodismo – puede ayudar mucho, por ejemplo, en tareas de poco valor como la transcripción de un audio y es un apoyo cuando no tienes ideas. Pretender que escriba una tribuna de opinión o rellenar un cuestionario con unas líneas en un prompt, ya es otra cosa. Podrá darte un borrador, pero siempre hay que darle un toque personal, un estilo propio, una parte humana.

Y un último apunte, la IA es una herramienta y debe ser tratada como tal. No sustituye a la creatividad ni inteligencia humana (al menos por el momento).