Nos hemos acostumbrado a leer contenidos sin pagarlos. Parece que quedó muy lejos eso de ir al kiosco y comprar el periódico para conocer las noticias. Ahora estas nos llegan directamente a nuestra mano, al teléfono móvil o a la tableta.

Hace poco un kiosquero me comentaba que ahora vende muchos menos periódicos que antes. Que incluso las promociones con libros, DVDs, etc. que suelen acompañar a muchos de estos diarios son más que limitadas. No hay color, me dice, entre lo que era y lo que es: “Esto es cosa de Internet y de que todo es gratis. ¿Quién va a pagar por algo que puede tener sin dar un euro a cambio?”

Estamos tan acostumbrados a consumir información de manera gratuita que no nos planteamos pagar por contenidos. Ya no hablo de piratería, sino de leer tranquilamente un diario digital con información de calidad sin que hayas tenido que sacar el monedero. Sin embargo, los medios de comunicación son negocios y como tal necesitan ingresos. 

Los medios en papel tienen como base para esta financiación las suscripciones, la publicidad y la venta a sus lectores. Los digitales – sobre todo, los nacidos en la era de Internet –además de estas, han puesto además diversas acciones para conseguir ingresos como el crowdfunding y el contenido exclusivo de pago, entre otras. Pero… ¿está el lector dispuesto a pagar por el contenido?.

Según un informe de DigitalNewsReport.es 2015, elaborado en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra a partir de una encuesta encargada por el Reuters Institute for the Study of Journalism de la Universidad de Oxford, sólo un 11% de usuarios de medios digitales ha pagado por leer contenido.

Internet es una gran fuente de información y también de desinformación . Una forma de evitar la rumorología y la mala información es acudiendo a fuentes fiables y por fiables me refiero a aquellas que hacen un trabajo serio sin manipulaciones, contrastada y hablando con todas las fuentes.

Tener a buenos profesionales que puedan investigar y que tengan tiempo para el análisis tiene un coste. Implica mayores recursos. ¿Cómo se puede sostener este sistema cuando los lectores no están dispuestos a pagar por contenidos? ¿Son suficientes las nuevas formas de financiación que se han puesto en marcha?